¿Dónde se ha quedado la cordialidad entre ciclistas?


Hace muchos años que salgo en bici, y cada vez me doy más cuenta de lo que éste mundillo ha ido cambiando (para peor). Antes éramos relativamente pocos los que nos atrevíamos a usar ese vehículo en la ciudad. Menos aún en carreteras abiertas. Sólo de cuando en cuando un ciclista nos cruzábamos con otro, y en la mayoría de los casos nos saludábamos desde la distancia, con esa amistad y amabilidad no escrita pero que unía desde siempre los vínculos entre los sufridos ciclistas, reconociendo no solo lo duro que es esta práctica, sino lo relativamente solos y abandonados que estábamos frente a los voluminosos vehículos a motor.

Hoy, con la moda de lo verde, las bicis eléctricas, las MTB, los "domingueros de la BTT" y demás, esas buenas costumbres se han ido perdiendo. Cuando salgo por la carretera ya la mayoría de ciclistas ni se saludan entre sí. Si alguien me adelantaba -hace años- con su bici, era lo más habitual que te dijera un "¡buenos días!" o un "¡hasta luego!". Pero ahora te adelantan con sus enormes mountain bikes "último modelo" (que yo llamo simpáticamente "motoretas") y continúan tranquilamente como si no existiera nadie más compartiendo la vía.



Los cicloturistas, tan amables ellos antes, salen hoy con ropas multicolores y mucho mejor equipados en lo material, pero mucho peor equipados en educación. Si van en grupo y los saludas, se giran y miran hacia otro lado como si nada, de manera altiva como si por tener más medios, mejores bicis y dinero (las bicis de carretera de antes eran menos ostentosas, por lo general) les hubiera hecho subir un escalón en su status y pertenecieran a la "alta alcurnia" del ciclismo. Es lamentable pero es así. El aumento de usuarios de la bici y su popularización ha hecho que la solidaridad y humanidad entre ciclistas de antaño se haya ido diluyendo cada vez más. Lo cual, por supuesto, es una lástima.

A muchos de estos "nuevos ciclistas" parece que el gesto tan común entre nosotros cuando nos cruzábamos por la carretera, de levantar la cabeza y saludar, les cueste horrores realizar, como si les cobrasen por ello o temiesen dar confianza o mostrarse cercanos. O tal vez, simplemente, porque han llegado en momentos en que tal costumbre no saben ni que existe ni los motivos.

En lo que a mí compete, y aunque cada vez sean menos los que me devuelvan el saludo, yo seguiré con la antigua y sana costumbre de tener ese gesto amable con el resto de compañeros de afición, aunque la mayoría de ellos simulen no haberme visto.

Por desgracia cada vez quedamos menos ciclistas de aquella "vieja escuela", la de que si veías a alguien parado en el arcén reparando un pinchazo, te parabas y le preguntabas si necesitaba ayuda. La de que, si había algún tramo cortado o de carretera, y te encontrabas con otro ciclista de regreso, le avisabas. En fin, la que colaboraba a crear ese ambiente tan amigable y agradable que hacía encontrarte tan bien cuando te subías a tu bici y te sumergías en esa atmósfera ciclística. Ahora muchos de los que cogen la bici parece que cogen un ciclomotor o un coche, y se lanzan a la carretera con la vista al frente sin ver a nadie, sin relacionarse con nadie y, lo que es peor: sin importarles nadie.

| Redacción: Revista Bici

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